Mariana es argentina pero vivía en Londres hace un mes y medio. Le gustaba vivir ahí aunque lo encontraba muy tenebroso. La calle, el clima y hasta la gente le provocaban algunos escalofríos.
Una noche estaba ordenando unos cajones que no había llegado a ordenar por la mudanza y rebalsaban de papeles viejos que había traído de Argentina y ya no le servían. Todos eran recibos, hojas de cuadernos y papeles de ese estilo, amarillentos y sin valor alguno.
Al terminar de sacar los papeles encontró un extraño cuaderno que nunca había visto. Al abrirlo vio una fotografía; no, se había equivocado, no era una fotografía, era una pintura tan perfecta que parecía una fotografía. La acercó a sus ojos y cuando la miró con atención un grito de horror salió de su boca.
Era una pintura de ella misma gritando. No entendía cómo había llegado al cajón ni quién la había pintado. Además la pintura no estaba completamente seca.
Al voltearse se paralizó. Un hombre, sentado en la mesa, pintaba un cuadro. Al notar que Mariana lo miraba gritando, levantó la cabeza, sonrió y le dijo:
-Señorita esta ha sido mi casa desde mi nacimiento, ahora que estoy muerto no permitiré que nadie me la quite; si usted no quiere terminar como en su pintura, horrorizada para siempre, le recomiendo que retire sus cosas y se vaya de esta casa para siempre.
Luego de una semana del extraño suceso Mariana regresó a vivir a Bs. As prometiendo nunca más volver a Londres.
Ahora el pintor sigue en su casa, asustando a quien la compra y retratando sus caras de espanto sabiendo que algún día sus obran se harán famosas y costarán millones.
Mica Sigalov
Una noche estaba ordenando unos cajones que no había llegado a ordenar por la mudanza y rebalsaban de papeles viejos que había traído de Argentina y ya no le servían. Todos eran recibos, hojas de cuadernos y papeles de ese estilo, amarillentos y sin valor alguno.
Al terminar de sacar los papeles encontró un extraño cuaderno que nunca había visto. Al abrirlo vio una fotografía; no, se había equivocado, no era una fotografía, era una pintura tan perfecta que parecía una fotografía. La acercó a sus ojos y cuando la miró con atención un grito de horror salió de su boca.
Era una pintura de ella misma gritando. No entendía cómo había llegado al cajón ni quién la había pintado. Además la pintura no estaba completamente seca.
Al voltearse se paralizó. Un hombre, sentado en la mesa, pintaba un cuadro. Al notar que Mariana lo miraba gritando, levantó la cabeza, sonrió y le dijo:
-Señorita esta ha sido mi casa desde mi nacimiento, ahora que estoy muerto no permitiré que nadie me la quite; si usted no quiere terminar como en su pintura, horrorizada para siempre, le recomiendo que retire sus cosas y se vaya de esta casa para siempre.
Luego de una semana del extraño suceso Mariana regresó a vivir a Bs. As prometiendo nunca más volver a Londres.
Ahora el pintor sigue en su casa, asustando a quien la compra y retratando sus caras de espanto sabiendo que algún día sus obran se harán famosas y costarán millones.
Mica Sigalov
No hay comentarios:
Publicar un comentario