miércoles, 9 de abril de 2008

PRÓLOGO de Frankenstein

Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley
Prólogo de Alberto Manguel. Trad. Silvia Alemanya. Mondadori, Barcelona, 2006.


Hacía más de veinte años que no había releído la novela que nos ocupa. Creo recordar que la leí por primera vez en la adolescencia —en español; posiblemente en una edición de bolsillo de la editorial Bruguera— y más tarde, ya de adulta, en inglés; pero no puedo precisar mis impresiones de entonces, salvo que el monstruo de Frankenstein pasó, como no podía ser de otro modo, a ocupar un lugar importante en mi galería de imágenes básicas.Acabo de releer ahora Frankenstein o el moderno Prometeo y, con la distancia que dan los años y los conocimientos adquiridos en las tres décadas pasadas, he hecho una lectura totalmente diferente, me temo, de la lectura adolescente ingenua —concentrada en las peripecias de la trama— y de la segunda —concentrada en el deslumbramiento de ser capaz de entender la lengua inglesa de principios del siglo XIX.En estos momentos, Frankenstein, la novela, se me ha revelado como un espejo estructural del mismo monstruo, porque el texto en sí es realmente también un engendro compuesto de pedazos arrancados de distintos sistemas, cosidos con pasión y con deseo de infundirles vida, pero donde se aprecian perfectamente las costuras, más bien los costurones, que lo afean notablemente. El texto vive, como el monstruo, pero no ha sido el suyo un crecimiento orgánico, sino una composición voluntaria y voluntariosa a la que la autora ha conseguido infundirle una vida que todavía palpita, pero que está llena de contradicciones ideológicas y de soluciones narrativas bastante torpes.No soy partidaria de explicar los aciertos y los fallos de un texto a partir de la vida de su autor; sin embargo, en Frankenstein se aprecia con gran claridad el conflicto mental de Mary Shelley, atrapada entre su educación ilustrada —producto de las ideas de su padre, el infuyente filósofo utopista y anárquico William Godwin, que sin embargo repudió a su hija por vivir de acuerdo con las ideas que él mismo le había inculcado, al irse a vivir con Shelley, el poeta, sin pasar por la vicaría— y las tendencias románticas en boga en su propia época y compartidas por sus amigos Byron, Polidori y Shelley, que se convertiría en su propio esposo.
A lo largo de la novela nos encontramos con que tanto los narradores como los diferentes personajes centrales justifican machaconamente el injustificable comportamiento de Víctor Frankenstein, con un empecinamiento digno de mejor causa; mientras que al monstruo no lo justifica nadie y se ve obligado a exponer sus ideas y sentimientos —perfectamente lógicos y comprensibles para un lector moderno—, sin que nadie le dé nunca la razón ni, lo que es más triste y precipita la catástrofe, sin que nadie le muestre jamás un mínimo de afecto o de comprensión.

Si el lector aún no conoce Frankenstein (o sólamente por las películas basadas en la novela, y que no siempre tienen mucho en común con ella), es una obra altamente recomendable que no debería faltar en la lista de una persona culta, ya que invita, como pocas, a la reflexión y la toma de postura sobre temas fundamentales en la experiencia humana: la vida, la responsabilidad, el contrato social...Y para el lector que crea conocerla o la haya leído hace tiempo, también la recomiendo porque con frecuencia uno cree saber ciertas cosas de una novela que, en una nueva lectura, cambian, se corrigen o se alteran profundamente. Cada momento histórico tiene sus mitos, y resulta interesante comprobar que, al parecer, hace doscientos años, la fealdad llevaba al rechazo social y el rechazo al crimen, que siempre era injustificable, mientras que ahora los lectores llegamos a identificarnos con Hannibal Lecter porque, a pesar de que es un psicópata, un asesino y un caníbal, es un ser cultivado, elegante, rico y gourmet.
El “monstruo” de Frankenstein habría sido más feliz en nuestra época.



Esto lo subí porque me confundí y en vez de entrar a nuestro blog entré a otro y aparecieron muchas cosas relacionadas con libros que escribió MARY SHELLEY, entonces busqué FRANKENSTEIN y por suerte lo encontré, hice un resumen y lo subí :)

1 comentario:

paula luna dijo...

Gracias,Damián.Es muy interesante este prólogo porque habla de las relecturas a través del tiempo...
Paula