jueves, 10 de abril de 2008

El inventor sin lógica.

Érase una vez un hombre, que tenía muchas ideas pero no lógica y se hacía llamar el inventor; este hombre quería hacer muchos inventos para ser reconocido, y así llenarse de gloria, además de contar como ayudante con una persona de buen entendimiento.
Un día el hombre inventó una vasija con forma de cono en la punta, un orificio y en la base ochenta agujeritos.Él hombre se quedó mirando su obra maestra, la voltea, la para, la mira y remira, y se pregunta así mismo:" ¿Para qué inventé esta vasija , si nada puedo hacer con ella ? Aaaahhh ya sé, lo utilizaré para contar todos los agujeritos una y otra vez y así de esta forma no me olvidaré de los números. Qué genio que soy".
De esta forma estuvo el hombre todo el día con su invento, lo miraba , lo recostaba, contaba cada una de los agujeritos, hasta que se cansó de hacerlo, desestimando el uso que le podría dar a la vasija, y lo guardó en el gran almacén donde guardaba todos sus inventos sin saberlos aprovechar.
Amargado por lo inútil de su invento le dijo a la vasija:" Allí te quedas vasija, de nada me sirves, quédate allí".
El ayudante regresó al día siguiente por la noche, se fue directo al almacén, sacó la vasija y se la llevó con él a su hogar, les contó a sus hijos sobre esta vasija y lo inútil que era para el inventor. Les dijo:" Miren, hijos, el hombre de la casa del gran almacén guardó esta vasija sin saber qué hacer con ella ,solo se dedicó a contar los agujeritos hasta más no poder.
Uno de sus hijos le dijo:" Mira padre, lo podríamos usar para cernir la harina, así separaríamos todos los grumos que hay en ella. El otro hijo le dijo: "Podríamos usarlo como regadera para el nuevo baño, padre."
" Sí, eso mismo yo pensé, pero la altura que tiene el tubo que lleva el agua es muy alta, no hay forma que podamos colocar la regadera , les dijo el padre.
Al día siguiente regresó el ayudante a la casa del gran almacén, y vio que el hombre tenía dos listones muy largos de madera y diez listones muy pequeños también de madera, los que el hombre comenzó a clavar. Colocó los listones pequeños sobre los listones muy largos y al terminar vio que formaban nueve figuras rectangulares. El hombre logró levantar con mucho esfuerzo y colocó su invento apoyado en la pared, se lo quedó mirando, mirando, con la mano en la barbilla y dijo para sí mismo: "¡Al fin inventé algo que puedo usar ,sí, son nueve perfectos rectángulos, voy a ver en qué más puedo usar este invento, qué genio que soy".
Lo volvió a echar al suelo y vio que su obra no se deformaba, pensaba y pensaba ninguna idea buena resultaba, volvió a levantar su invento, lo apoyó en la pared y se lo quedó mirando por dos eternas horas, los nueve perfectos rectángulos, y se dijo para sí mismo: "¿Quizás, aaahhh aaaahh ?"
Se acercó a los maderos y se le ocurrió subir por ellos, cuando ya estuvo en lo alto se quedó mirando hacia abajo y se dijo para sí mismo: " De arriba hacia abajo también se ven perfectos estos nueve rectángulos, qué genio que soy. De repente se dio cuenta de que la altura lo mareaba, se asustó y se puso a gritar: "¡ Ayúdenme ¡ no sé cómo bajar, ¡Auxilio! ¡Ayúdenme a bajar!"
Al escuchar los gritos estruendosos que daba el hombre, vino corriendo el ayudante con una soga entre las manos, subió hasta el techo, se deslizó por la ventana y lo ayudó a bajar.
Ya estando a salvo en el suelo le dijo al ayudante: " Qué peligrosos pueden ser estos nueve rectángulos cuando los logras escalar. Así el hombre sin lógica estudió en qué más podría usar su invento, cansado de tanto pensar, ya sin imaginación decidió su invento guardar en el almacén, y le dijo a los rectángulos: "Quédense allí rectángulos, si los tengo afuera, problemas y nada más que problemas me han de dar".
Al día siguiente por la noche, regresó el ayudante, se fue directo al almacén, sacó los nueve rectángulos y se los llevó con él a su hogar, y les contó a sus hijos sobre los nueve rectángulos, y lo inútil que era el inventor. " Miren hijos, el hombre de la casa del gran almacén, ha inventado estos nueve rectángulos, y al no saber qué hacer con ellos, los guardo en el almacén.
Uno de los hijos le dijo:" ¿Dime padre, el inventor cómo llamaba a estos nueve rectángulos?"
El padre se quedó pensando, pensando y le dijo a su hijo: " El inventor hasta se subió por ellos, ya en lo alto se puso muy feliz al ver lo perfecto de estos nueve rectángulos, pero se asustó al no saber cómo bajar por ellos, se puso a gritar y a gritar y le tuve que socorrer, solo le escuché decir "escalar".
El hijo se quedó pensando, pensando por unos instantes, se rascó la cabeza, se rio, miró a su padre y le dijo:" Ya sé padre, lo llamaremos escalera y como el hombre subió por ella, sin saber lo que ha inventado, nos servirá para colocar la regadera.
"Aaaah, hijo mío, qué ingenioso eres, es bueno trabajar para este ignoto inventor, que precipitado ha guardado en el almacén lo que mal ha usado. Colorín colorado el ayudante salió beneficiado.


Miren esto:http://www.youtube.com/watch?v=kwH15xOh3_o (puede que aclare un poco el cuento)

1 comentario:

paula luna dijo...

¿Autor? ¿Página de internet?¿Libro?
Paula